NATURALEZA. El desafío global es lograr armonía entre naturaleza y desarrollo sostenible. El bienestar de la humanidad depende de la diversidad biológica.
El 7 de junio, cientos de pequeñas tortugas ingresarán al río Maniqui. Entre agosto y septiembre de 2024, cuando apenas comenzaban a formarse dentro de sus huevos, fueron rescatadas. Ahí cambió su destino, pues probablemente esos huevos hubiesen terminado en una transacción comercial.
El rescate de la peta de río, cuyo nombre científico es Podocnemis unifilis, se inició hace tres décadas y hoy continúa en la Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni, con el objetivo de preservar a esta especie calificada como Vulnerable según el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de los Vertebrados de Bolivia (2009), y cuya conservación se ha priorizado a nivel nacional e internacional.
El desafío es hacerla más resiliente y tolerante al aprovechamiento humano, ya que hoy se ve amenazada por la recolección de huevos y el consumo de su carne, además de la pérdida de las playas de nidificación por la crecida repentina de los ríos, la contaminación del agua y el cambio climático.
Hoy, al celebrarse el Día Internacional de la Diversidad Biológica, este y otros programas, constituyen un ejemplo de la labor que se realiza en diferentes regiones de Bolivia para contribuir a la preservación de la biodiversidad. “Armonía con la naturaleza y desarrollo sostenible” es el lema de este día y responde a la necesidad de lograr una acción colectiva para avanzar en el cumplimiento de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El cuidado de la biodiversidad es esencial para el cumplimiento de al menos ocho de estos objetivos.
Una historia de compromiso
El trabajo en la reserva beniana también apuesta a la colaboración. Cada año arranca con la sensibilización de las comunidades, con el objetivo de que sean parte de esta labor de repoblamiento y conservación. El monitoreo de los ríos y las playas permite identificar los lugares potenciales de desove, que suele comenzar en agosto- y se priorizan los ríos Maniqui y Yacuma. Las brigadas de guardaparques se desplazan a diferentes puntos y con largos desplazamientos, como el día que deben recorrer a través de las aguas del Maniqui.
“El objetivo es recolectar la mayor cantidad de huevos antes de que lleguen los que lucran con su venta”, explica Marcos Uzquiano, jefe de Protección del RB-EBB. Esto, junto a otros factores, tiene a la especie en riesgo. La cantidad de huevos recolectados varía, pueden oscilar entre 2.000 y 3.000 por año. El trabajo es cuidadoso, nido por nido. Se extraen con un poco de arena, se coloca una lámina de plástico, el número que identifica al nido y la fecha. En promedio, un balde reúne los huevos de 15 nidos. En cada salida se pueden rescatar los huevos de unos 180 a 200 nidos.
Así llegan al campamento Las Petas, donde se habilitó una playa artificial. “Los huevos se siembran en esta playa, nido por nido, y comienza la incubación. Durante 70 a 76 días son monitoreados por los guardaparques para que no los ataquen las hormigas, algún depredador natural o alguna plaga”, señala Uzquiano.

Los guardaparques recorren los ríos para rescatar los huevos desde sus playas. Tras un cuidadoso proceso, logran que nazcan las nuevas tortugas. Fotos: Andrés Unterladstaetter
Liberación postergada
Hasta 2023, la liberación se hacía el 30 de noviembre, cuando el Municipio de San Borja celebra el Día de la Tortuga. En esa fecha comenzaban a eclosionar las petitas, pero cada año el proceso es más incierto. En 2024 los quelonios comenzaron a nacer en diciembre, esto postergó su retorno a su hábitat. Primero era necesario que cicatrice su ombligo y endure su caparazón, y las fuertes lluvias de los primeros meses del año provocaron inundaciones. Por ello, recién ingresarán al río el 7 de junio.
Uzquiano expresa que esperan la participación de la población ese sábado. “Los guardaparques podemos hacer la incubación, el traslado y liberación directa, pero es necesario sensibilizar a la población. Que quiera proteger a las tortuguitas o que se sume al apadrinamiento, un programa que se inició hace tres años”, dice el guardaparque. Con un aporte mínimo de 20 bolivianos, se puede ser parte de este esfuerzo de conservación.
Ese es el medio que hoy permite dar continuidad al proyecto. “No tiene financiamiento, funciona a pura fuerza, cariño y pulmón de los guardaparques. Los recursos se destinan a la compra de combustible, al mantenimiento de los vehículos y otros insumos”, señala.
Es necesario involucrar a la población local, pero también sumar a quienes desean ser parte de una iniciativa de conservación de la biodiversidad en Bolivia.
Sumando a la comunidad
Hasta la fecha se ha liberado más de 70.000 pequeñas tortugas. Lamentablemente no existen los medios para establecer el índice de sobrevivencia una vez son liberadas a su hábitat natural.
“Hacemos estas liberaciones con la esperanza y la fe de que realmente puedan contribuir a que la especie se recupere o, por lo menos, se vuelva más tolerante, más resiliente al aprovechamiento humano”, pues es parte de la alimentación de las comunidades.
En 2024 las comunarios indígenas se sumaron de manera más directa y participativa. Ahora ellos, bajo la supervisión de los guardaparques, rescatan los nidos y preparan sus propias playas artificiales, donde siembran los huevos y nacen nuevas tortugas, con beneficios ambientales y oportunidades económicas sostenibles.
Tras un nuevo vuelo

En el Parque Nacional Amboró trabajan para preservar esta ave. Foto: Museo Noel Kempff / Luis Alejando Gálvez y Gabriela Tavera.
La historia que comenzó con Roque y Luna en 2018, hoy es una posibilidad real para contribuir a la conservación del águila arpía (Harpia harpyja). Hace pocas semanas, biólogos del Museo Noel Kempff Mercado confirmaron la presencia de un pichón de ‘Harpia harpyja’ en un nido que se monitorea desde 2024 en el Parque Nacional Amboró.
El registro fue uno de los primeros en el proceso de conocimiento del comportamiento y biología del águila arpía en Bolivia. Desde el museo, destacaron la importancia de la labor de los guardaparques a través de sus monitoreos y patrullajes, así como la función que tienen las áreas protegidas en el resguardo de especies vulnerables a la extinción como es el caso de la arpía, el águila de mayor tamaño del continente sudamericano.
Abejas bolivianas
Uno de los desafíos del país, es avanzar en el registro de especies. En un trabajo realizado por un especialista de la Universidad de York de Canadá, Laurence Packer durante 10 días en La Paz, logró identificar siete nuevos géneros y aproximadamente 20 nuevas especies de abejas en Bolivia. Sin embargo, es necesario sumar esfuerzos, lo que también demanda formación de entomólogos en temas específicos como la taxonomía de las abejas y el desarrollo de sistemas colaborativos de registro.
Protección de aves amenazadas
La conservación y restauración de hábitats de aves endémicas amenazadas de Bolivia, como la paraba frente roja o la paraba barba azul, y la reforestación con plantas nativas, son algunas de las acciones que está desarrollando la Asociación Armonía.
Por ejemplo, junto a más de 20 organizaciones y 150 expertos, actualizó la información de alrededor de 100 Áreas Clave para la Biodiversidad en Bolivia, un esfuerzo por preservar la riqueza biológica y el patrimonio natural de los bolivianos.
El programa Conserva Aves en Bolivia avanza con nueve proyectos que abarcan un total de 1.561.521 hectáreas del país, con el objetivo de proteger especies amenazadas, endémicas y migratorias y sus hábitats.
En el Parque Nacional Tunari, se completó la reforestación con un millón de plantines de especies nativas, con el fin de recuperar bosques andinos donde habitan aves amenazadas de extinción, y mejorar la calidad de vida de las comunidades.
El programa de Cajas Nido de la Reserva Laney Rickman, alcanzó un récord de 17 pichones de Parabas Barba Azul. Lograron volar con éxito durante la temporada de reproducción de 2024; desde que se inició el programa, en 2005, 145 pichones han alzado vuelo. Además, como parte de las acciones de conservación de la paraba frente roja, se instalaron 75 cajas nido en los troncos de janchicoco para apoyar la reproducción de esta especie en el Área Natural de Manejo Integrado El Palmar.